Vibra el
eco y en su astucia rebota frecuencias entre las paredes del cansancio, sume
sus rodillas el letargo y amenaza consistente, la desidia. Baila la nostalgia
en viejos acordes, en aquellos en los que la vida no respiraba flaquezas, en
aquellos en que la felicidad era casi completa y la soledad solo un
incomprendido espejismo.
Las
decisiones condicionaron destinos, ajenos orgullos tomaron diferentes atajos y
en mi camino se abrió el telón de un teatro distinto, la vibración de una
escondida vocación y el abrazo a la exhalación de un cielo, que guía el dolor
de mis lágrimas y que tomo como reto. En su exhalación está la fuerza del
viento del Universo, el profundo tambor del trueno en el último mundo
desconocido y el fuego de un millón de lavas, que supuran la sangre del corazón
de los más viejos planetas. A ella me aferro porque en su poder conseguiré, en
su profundidad me realizaré y en su infinito, un día eternizaré mis
sentimientos.
Despacito
dejo que mi alma abra los ojos, enchino sus pestañas para que vea claro y en
cada retina siembro una gotita del elixir de la esperanza que copié de un
sueño, ese sueño que nació compartido,
creció poquito a poquito con mucho dolor y murió en las manos de su realizador,
como don de vida, como genio o como eterno amante de todo lo creado…Ese sueño
que siempre pende de un hilo.
Y en la
sublime exhalación de mi cielo, vive ese sueño. Desnudo mi cuerpo y tomo su
hilo. Se queman mis manos y cimbra el pecho, se marca en el vientre y lo enredo
entre los dedos de mis pies. Es delgado, largo y fuerte. Me suelta una de sus
hebras, la hebra del conquistador de libertad, el héroe nacido de fértil
tierra, ese fabuloso humano que murió en el dar y esa bandera que no lleva su
nombre, pero que en ella están escritas las cuatro huellas de la sangre de sus
dedos al agonizar. Una segunda hebra brinca y azota mis dientes. La hebra del
sabio de la palabra, del pensador de verdades y proxeneta de la ignorancia. Un
ser solo, antisocial, lector de libros sin estantería y observador de
viejas miradas. Un ser que enseña a ser
y en la virtud, te predica lo que serás por lo que haces. Un ser que es
maestro, el primer alumno del Universo y el último consejero de tus defectos…Por
eso, cuando duermes, los convierte en refranes para que los entiendas y te
reinventes.
Tiembla el
hilo, vibra y un escalofrío que cierra ojos invade mi cuerpo. Es la tercera hebra,
la hebra del soñador de amor. La sorpresa es agradable pues el soñador, no se
acompaña solo de romanticismo. En su larga cabalgata destila dulces letras la
poesía, infinidad de sentires la prosa, hermosas cadencias las rimas y suaves
perfumes, la épica y voraz leyenda. Pero su cola es larga y profunda…Y aparece
el erotismo que siempre suda piel, la seducción
que cuando no contorsiona muerde labios, la sensualidad que refleja alma
y sale por los poros, el deseo disfrazado de juguetón juglar y la pasión que en
su caja de regalo, los mantiene a todos juntos en el lazo de la ternura.
La emoción traiciona prisa, exige la música
grito de trompetas, ronquez de saxo y salpicar melódico de piano. El relámpago
del sueño saca su espada y se deshebra siete veces, cada una un color, cada
visión un arcoíris de sensaciones…Cada hebra una explicación. Veo al sabio, al
amante, al conquistador de libertades, a mi verdadera vocación, a mi Creador, a
mi sueño y me veo a mí: Realizado, vivido, con el don de mi cielo aprendido y
ejecutado, con la enseñanza dada y con mi muerte explicada…Deshebra ese hilo,
aprende y tu vida tendrá sentido.
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