Marca la lluvia tus pasos y enlodas el camino. Tus huellas son tan
profundas que ni el fuerte viento se atreve a borrar, el sudor huele a cansado,
el sueño deviene dormido y hasta el respirar, es lastre en tu vida. El miedo
cierra tus ojos y no lo miras, sientes pero no saboreas, te tocas y no
reconoces piel, piensas y el tiempo no tiene ideas, cierras tus manos y solo
aprietas vacío.
Entras
a la cueva de tu dragón y pierdes aliento entre los humos de su jazz. El dragón
despierta y es poderoso. Tiene siete cabezas y largas garras. Su exhalación es
putrefacta, su carmesí cada vez más morado, sus ojos son ventanas de azufre y
sus siete lenguas, están llenas de serpientes. En sus arterias corre el veneno
de la sangre y en sus venas, nitrógeno líquido. No late porque su corazón paga
alquiler al infierno, no siente porque no tiene alma y jamás derrama
misericordia porque su espíritu, no tiene ángel. Es un dragón sin nombre porque
los tiene todos, un dragón sin apellidos porque jamás nació, pero vive en tí.
Estás sentado en su cueva, en su bar, en su antro de alcantarilla.
Degustas el whiskey de la hiel, mientras entre sus hielos rasgan codiciosas,
negras cucarachas. Tu noche es oscura, el humo tiniebla y los acordes,
puñaladas del recuerdo. Y tú, sumido en el letargo miras a ninguna parte,
dibujas tu pesadilla con mesas, vasos y viejos saxos, disimulas que tienes vida
en el tibio beso de un cigarrillo y ni
una lágrima te compadece porque tu ángel, te quitó el alma, la guardó entre sus
alas y espera.
Hierve la cueva, las paredes queman, el ruido silba entre tus oídos, la
música estremece, vive el pecado en soledad y gimen tus entrañas. El cielo
grita ¡Es tiempo!, el inconsciente envía un mensaje ¡Más bajo nada hay!, tus
valores se rebelan, aflora una vieja educación, los principios se ponen de pie
y tu corazón expulsa un primero e intenso latido. El dragón lo siente y su
primera cabeza abre la boca, toma impulso y suelta un mordisco. Lo esquivas,
tomas su lengua de pequeñas víboras, dejas que sorban tu whiskey sabor a hiel y
en su convulsión, muere. Era la cabeza de la envidia y la mataste con su propio
veneno. Suelta el dragón una segunda cabeza, la cabeza de la posesión. Tu
libertad desenvaina su espada y la corta de cuajo. No sintió, no hubo sangre,
solo unas gotitas de perdidas lágrimas con sabor a viejos brazos. Confundido el
dragón, lanza la tercera, la cuarta y la quinta. Vuela el egoísmo por doquier, la intolerancia se
esconde entre el humo y la amargura, supura el fuego de su pus. Abrazas
imaginación, la llenas con tus colores y pintas el paisaje que quieres en tu
vida. Ellas lo ven y en él quieren entrar, pero en tu lienzo está el poder del
mar, de sus remolinos y de sus grandes olas. Una por una son engullidas,
ahogadas y llevadas muertas a las abisales fosas. La sexta cabeza tiene dos lenguas, la del rencor
y la del remordimiento tienen sus propias serpientes. Se arrastra quedita, en
silencio, despacito y traicionera empieza a envolver tu cuerpo. Al no encontrar
tu alma, recorre el cuello en busca de tu mente, pero ahí está tu ángel, buen
tejedor de bufandas y excelente sastre. Sorprendido te miras en el cristal de
tu mesa y una hermosa bufanda te adorna, una bufanda hecha de lana virgen, tejida
a mano y con olor a olvido. Una bufanda que educa tu mente y deshace por
completo la sexta cabeza.
Y
tu ángel susurra, lo escuchas, sabes que tienes alma, te sientes y hueles tu
piel. De reojo miras lo que queda del dragón. Su séptima cabeza es poderosa,
las serpientes erizan cascabeles y absorben en sus lenguas todo el veneno de
las arterias del dragón. El ataque final está por iniciar. Estás con tu ángel,
con tu alma y con todo tu ser. La séptima cabeza escribe desamor, abandono y la
venganza de seres acomplejados que de ella se alimentan, seres que imponen
jefaturas sin sentido, guerras por capricho y hambre por genocidio. La espada
es blandida entre alas, tu alma es trinchera y todo tu ser ya está preparado. La
lucha es intensa, el corazón late energía, la piel se enchina y la palabra
fluye. Tu ángel te admira, te enseña y te abraza. En tu pesadilla aparece un
hermoso sueño. Mil poetas escriben amor, cien Lunas se desvisten, diez
gobiernos tatúan la palabra libertad en su bandera y los dedos de tus manos se
transfiguran en amigos que te apoyan. Y tanto poder se funde en el acero de la
espada. Tu ángel toma Universo y corta las venas del dragón. El nitrógeno
líquido lo congela. El ángel grita y el dragón muere. Termina tu pesadilla y
fluye el sueño, termina el miedo y fluye la fe en ti mismo…Termina el humo y
vuela el oxígeno, otra vez en tu vida.
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