El
perdón necesitaba ser perdonado porque no nació en el corazón, la caricia
envuelta y devuelta por necesidad del egoísta deseo y la pregunta, sentada en
el portal de la esperada respuesta, lloraba una palabra. El orgullo perdió su capacidad porque no hubo
perdón ni devolución de caricia, tampoco la respuesta indicada llegó…Solo ese
profundo silencio que desbarata el alma y la llena de vacío.
La
mirada desparrama lágrimas, la oscuridad se convierte en malla de acero de tu
coraza, tiemblan las manos y se acortan sus líneas de vida. Tu soledad ya no
llora, solo suda intensa, el cielo se abre, te da una oportunidad y no la ves
porque los ojos cansados, no transparentan la sal de sus gotas. Arrecia la lluvia, la humedad huele a mojada
tierra y en ella clavas tus pies. El núcleo vibra, el pasto crece y en tus
piernas sientes el escalofrío de un amor natural, puro y generoso. Caminas
despacito, observas de frente, escuchas viento y enjuagas tu sal. El paisaje es
tuyo y el ocaso lo pinta de un ardiente rojo. Sientes infinito y tu alma lo
sabe, tocas brisa y tu corazón late. Cierras pestañas pero no piensas, la
imaginación no nace y ves como el sueño se pierde por los recovecos de tu
mente.
La Tierra es sabia y entre sus árboles, nace
un violín. Tiene forma de pequeña mujer y cuerdas de garganta de ángel. El
espíritu del bosque lo afinó, la miel de una abeja reina le dio brillo a su
madera, el sauce llorón lo bautizó en el sentimiento y cien lianas se fundieron
para crear sus cuerdas. Lo pusiste en tu pecho y ya su jalea, empapó vellos y
resbaló en el vientre. Su música brilló, su estampa enrojeció ante el Sol en su
puesta, sus cuerdas cantaron y tu alma quedita, venció miedos. Poco a poco, tus
manos lo acariciaron, envolvió tu caricia y te regaló la composición de la exquisita
ternura. El corazón le pidió perdón porque sin querer provocaste una
excitación, se ruborizó y te mandó un beso, ese beso que solo la música tatúa
en el recuerdo, ese beso que los labios se abren al recibirlo y ese beso que la
lengua baila suavidad, pegado al pétalo de su rosa.
Nació
la pregunta y la respuesta fue verso. El violín se transfiguró y creció.
Vibraron las cuerdas, latió la madera y tanta miel se convirtió en mujer.
Bella, hermosa, tierna y desnuda. El ocaso se difuminó y emergió radiante la
Luna, los destellos eran estrellas, los cometas cabellos y su piel cambiaba de
color como sus ojos cambiaban miradas. Alzó la mano y su dedo apuntó a una
abertura en el cielo. Ya los ojos no miraban tierra, veían mujer, seguían su
dedo y apuntaban a ese pedacito de Universo. Sonrió la Luna y el Sol se durmió. Del vacío
cayeron sedas con cara de sábanas, nubes con sabor a cama y sonidos de violín,
con olor a poesía.
En tus
brazos se estremeció y los ojos se cerraron cuando sentiste su piel. En tu
interior creció la imaginación y el sueño empezó a prender, salivó el deseo y
el orgullo desapareció en un viejo y aprendido teatro de vida. Ya no buscaste
respuesta porque no había pregunta que soltar, tenías tu espacio y pediste
callar al tiempo. Le dijiste al amor que se hiciera, a la eternidad que
fotografiara el momento y al cielo, que en su inmensidad los absorbiera.
Y llegaron
los tres Reyes Magos del Amor: el mar, una vieja estrella y la Luna. Llegó
primero el mar, bravo y cansado, intenso pero relajado, espumoso y salado. Puso
su alta marea al servicio de tu lecho, su profundidad entre los abrazos y su
dulce sal, entre los labios. Renqueante llegó una vieja estrella. Todavía
luminosa mostraba con decoro sus añejas puntas, un libro abierto en su vientre
leía su historia y un reloj de arena en sus manos enseñaba cada gramo de su
sabiduría. Puso el ambiente a su media luz y una por una prendió las ceras de
su larga vida. Se sentó, los vió y recordó…Y en su vieja y bien formada
educación, se convirtió en fugaz para no molestar. En su huída, un millón de sus hijas se
convirtieron en lluvia y despacito, mojaron sus cuerpos de pasión.
El
viento enfureció y la ventana se abrió. Entró el resplandor, el aire gimió, las
paredes se agrietaron, enloqueció la música, las rosas desprendieron pétalos,
el grillo se sorprendió y calló, un delfín brincó siete mares, la morsa comió
zanahorias y el conejo se escondió. El Universo vibró, expandió su cola el
cometa, el león aulló y la serpiente cambio siete pieles. El camaleón fue
actor, el juglar carnicero de besos, el lenguado lengua de sal y la cama, un
edén. Llegó la Luna y se posó a sus pies. Desnudó mares, activó cráteres y dejó
que la lava fluyera por sus piernas. Sus antiguos ríos empezaron a salpicar,
sus valles a recibir tanta humedad y desvistió su natural sensibilidad. El poro
se abrió, la piel sudó, una lágrima sintió y la rima bailó… Le dio sensualidad
y ella contorsionó, te dió seducción y la sangre llenó el espasmo, desvistió su
manto, los abrigó y les prestó su orgasmo, lo sintieron profundo, eyacularon
juntos, soltó un gemido y tú un abrazo, te hizo suyo y entraste en su alma, la
hiciste tuya y sus tintas escribieron
versos en tu corazón…Fueron uno y el Cielo, sonrió.
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