La intensidad cambió su sabor, la humedad
permeó y los pasos, detuvieron su andar. Llegó la quietud y con ella una
caricia. Tomaron piel las manos, erizó el vello la ternura y calló la espera.
Brotó sus lágrimas el alma, bombeó su saliva el corazón, cerraron los ojos sus
miradas y el cielo sintió. Despertó la sumisa pasión del tiempo, de un tiempo
que llenó de sabias arrugas su espacio, de un tiempo anquilosado en el querer
sin tener…De un tiempo, añejo y frío.
Tocó puerta el recuerdo y la nostalgia abrió su madera, rechinó ansia la
reseca bisagra y entró la Luna. Grande y bella, inimaginable y hermosa, seductora
y cautivadora, escritora y poeta. Palideció luz y su manto vibró destello, presumió
elegancia y dibujó un beso, penetró vaho y se desnudó. Tanta sensualidad
escondió estrellas, evaporó nubes y el universo cambió su olor.
Me disfracé de paje con tintas de
arlequín, convertí mi cama en un gran molino de viento y en sus aspas amarré
diez “Sanchos” que me hicieran tocar tierra. La Luna insistía, se disfrazó de
dulce Dulcinea y abríó su tentación. Quedó muy atrás su “Toboso”, muy lejos su
Tierra y muy cerca de mis brazos. Arrugaron las ceras la chorreada ansiedad, la
imaginación brincaba por doquier y el pellizco, aseguraba la realidad de un
sueño.
La consistencia de mi camisa era desgarrada, su fuerza reventaba el
primer botón, el segundo y el tercero de mis jeans, la sorpresa entumecía mi
vigor, el instante cargaba magia, el calor sofocaba y el hielo de un cometa me
daba pausa…Y ella solo me miraba, sonreía y apretaba sus labios. Su aurea era
blanca, perfectamente blanca con destellos violetas y dulce carmesí en sus
bordes, su mirada transparentaba alma y ésta gritaba a su ángel… Su sensualidad mimaba y su mirada, enamoraba.
Soltó frescura, irradió sensualidad, embobó mi noche y me dejé llevar.
Mi desnudez firmaba deseo, su elegancia erotismo eterno y la poesía, arrancaba
viejas músicas de añejos pianos. Desgarró el ángel su arpa, brincó el juglar su
cantar, el hambre su pedazo de pan y el trofeo cayó en mis manos. Mostró su
figura, empapó su piel y la erección del universo subliminó mi sed. Se acercó,
era mía y el abrazo atrevido, de polvo se llenó. Polvo de estrellas, polvo de
suculentos meteoritos y polvo de vida. Quise contener el respeto por un deseo,
pellizqué otra vez mi sueño y su contorsión, me excitó. Mostró su oscura cara, sus cráteres, sus secos
valles, sus angosturas y sus escondidos hielos….Movió su cuerpo y sus curvas
exhibió, bailó en mi frente una rumba, una bachata y una cumbia, recitó a
Neruda, a Borges y me explicó a Cervantes…Sus labios secaron aliento y tomó con
una mano el viento de mi vida, con la otra mi dedo, lo mojó con de saliva y lo viajó a sus labios. El derroche se
hizo pasión, el momento intenso y la conexión, instante. La Luna era mía, abrió
su gran vagina de amor y todo mi ser la penetró. En su primer gemido lloró y sus cráteres se
apagaron, sus valles se humedecieron de antiguos ríos, sus mares se llenaron y
el polvo de sus estrellas empezó a destellar. En su grito, legiones de ángeles
se arrodillaron, los vagabundos del universo encontraron hogar, los sabios
entendieron ignorancias y la intolerancia, su fosa. ..En su amanecer, empezó a
sudar. Al Sol le pedí clemencia y abrigué su vampiresca alma. Yacía su desnudez
en mis brazos y no la quería soltar. No quería noches con Luna, solo sus “llenas”
para mí. No quería verla distante, solo sus “plenas” para mí. No quería frío en
su manto, solo mi calor en su “menguante”. No quería su olvido, sino caminarla en su “creciente”. No quería su
recuerdo, solo cada noche sentirla, cada noche abrazarla y cada noche, poseerla
en su reflejo. Fui elegido, la besé, la poseí, amé su historia e hice el amor,
lamiendo…El sudor de mi Luna.
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