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viernes, 7 de julio de 2017

ENSAYO DE UNA CARICIA.


                Mira de lejos la quietud del rayo cuando recorre su cielo, escucha el verso de una inspiración antes de ser escrito, el alma de un poeta cuando desmigaja el sentimiento y las notas de un pentagrama un instante antes de ser tocadas.  Expectante, vive el preludio antes de ser, cohibida está la razón antes de pensar y largo se hace el silencio, antes de la primera palabra.
                El deseo impulsa el celo de los sentidos y la emoción es preñada por la imaginación, vibra el subconsciente por querer atreverse y la fuerza del latido, detiene reflexión. El cuerpo pide acción, rasga cada neurona, araña ansiedad y desvanece poco a poco cada miedo. El instante se idealiza, su piel está cerca y desnuda, tus manos brillan ternura y tus dedos destilan poro a poro, seda y algodón.
                No hay perfume más caro que el sudor de una pasión y con él, mojaste tus huellas. No hay sueño más tentador que la primera caricia y no hay perversión que provoque más sensualidad, que el toque suave de piel con piel. Acércate un poquito más, despacito y con amor, cierra los ojos y en tus yemas, carga toda la energía de la ternura. Detén la respiración y deja que tu latido excite sangre, saliva tus labios y aprieta los dientes, exhala desde tu alma y conecta tu ser a la Tierra y a la Luna… Y llega ese instante en que el nervio despunta piel, en que el mar deja caer la bravura de sus olas, en que la hormona enloquece y el ansia aprieta.
               Eres intensidad, locura en deseo y verdad. Tócala, resbala en ella, siéntela, víbrala y haz que tu caricia la posea.  Deja que sus ojos te miren y excítalos de cariño, deja que su cuerpo se enchine y tómalo en tu música, deja que sus labios se acerquen y prepara el inicio de un beso profundo. La caricia apenas empieza a vivir, a caminar, a nadar, a crecer y a soñar. Dale albedrío y déjala que poco a poco, aprenda. Que conozca todos sus rincones, las suavidades, las tersuras y sus erecciones, que se esconda en sus humedades, en sus cosquillas y que penetre sus escalofríos. Que sienta sus comodidades, que busque un suspiro y que escuche atenta, su primer gemido.   Déjala ser, porque en su calor la recordarás, en sus olores un día te amarás y en tu aprendizaje por desearla y tenerla, un día leerás.
              La primera caricia jamás termina, nunca cede espacio y no le teme al tiempo. Es bella, hermosa y elegante, es  sublime, generosa y arrogante. La primera caricia…Es el ensayo, de una caricia.



           

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