Mira
de lejos la quietud del rayo cuando recorre su cielo, escucha el verso de una
inspiración antes de ser escrito, el alma de un poeta cuando desmigaja el
sentimiento y las notas de un pentagrama un instante antes de ser tocadas. Expectante, vive el preludio antes de ser,
cohibida está la razón antes de pensar y largo se hace el silencio, antes de la
primera palabra.
El
deseo impulsa el celo de los sentidos y la emoción es preñada por la
imaginación, vibra el subconsciente por querer atreverse y la fuerza del
latido, detiene reflexión. El cuerpo pide acción, rasga cada neurona, araña
ansiedad y desvanece poco a poco cada miedo. El instante se idealiza, su piel
está cerca y desnuda, tus manos brillan ternura y tus dedos destilan poro a
poro, seda y algodón.
No hay
perfume más caro que el sudor de una pasión y con él, mojaste tus huellas. No
hay sueño más tentador que la primera caricia y no hay perversión que provoque
más sensualidad, que el toque suave de piel con piel. Acércate un poquito más,
despacito y con amor, cierra los ojos y en tus yemas, carga toda la energía de
la ternura. Detén la respiración y deja que tu latido excite sangre, saliva tus
labios y aprieta los dientes, exhala desde tu alma y conecta tu ser a la Tierra
y a la Luna… Y llega ese instante en que el nervio despunta piel, en que el mar
deja caer la bravura de sus olas, en que la hormona enloquece y el ansia
aprieta.
Eres
intensidad, locura en deseo y verdad. Tócala, resbala en ella, siéntela,
víbrala y haz que tu caricia la posea. Deja que sus ojos te miren y excítalos de
cariño, deja que su cuerpo se enchine y tómalo en tu música, deja que sus
labios se acerquen y prepara el inicio de un beso profundo. La caricia apenas
empieza a vivir, a caminar, a nadar, a crecer y a soñar. Dale albedrío y déjala
que poco a poco, aprenda. Que conozca todos sus rincones, las suavidades, las
tersuras y sus erecciones, que se esconda en sus humedades, en sus cosquillas y
que penetre sus escalofríos. Que sienta sus comodidades, que busque un suspiro
y que escuche atenta, su primer gemido. Déjala ser, porque en su calor la recordarás,
en sus olores un día te amarás y en tu aprendizaje por desearla y tenerla, un
día leerás.
La
primera caricia jamás termina, nunca cede espacio y no le teme al tiempo. Es
bella, hermosa y elegante, es sublime,
generosa y arrogante. La primera caricia…Es el ensayo, de una caricia.
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