Hoy
amaneció húmeda mi almohada, mojada por ese vapor que solo el ansia transpira,
por esas gotas de sal que la profunda tristeza le roba a mi astral. Oscuridad quiero y de mi sombra es necedad
vivir a una pared pegada, que cese el ruido, que me abrace el silencio, que mis
ojos sea capaz de cerrar y ver si tengo algo dentro, que las entrañas dejen de
moverse y me dejen en paz, que la saliva no se seque y que mis manos ya no
posean mi frente. Huyo del viento y de la media luz tenue, de ese olor a fresco
y de la música cuando no me explica lleno, las piernas ya no aguantan, mis
lágrimas una senda reclaman y mi boca agrieta sus comisuras para que ningún
dedo ose tocarla. La tristeza es profunda, el recuerdo de un tiempo mejor mata,
un escalofrío recorre mi espalda y el nervio grita porque el sentimiento ya envainó
su espada. ¡Miedos! ¡Molinos de tiempo que de mi mente toman su aire!
Humillación del alma por no poder salir sólo adelante, pasión destruida por una
decisión que es coágulo en mi sangre, falsa ilusión para un espíritu errante
refugiado en una oración exigida, que nada explica ni sentido tiene en mi vida,
momento interior, respiración maldita por no tener ese oxígeno, que solo el
sueño transpira.
Abrazarlos quiero y necesito
porque de mi sangre son hijos, seres de luz por mi paridos, medio y fin por
esta Tierra elegidos, explicación última y de mi camino, sentido. Comprenderme
no pueden porque ya los educaron diferente, un padre capaz no tienen, les
escribo y no me leen, los lloro y de lejos con otras personas se divierten, los
amo y en mi soledad los dibujo, los pinto y los extraño. Ya solo no puedo y
arrodillo mis bruces al color del cielo, los deseos a un destino incierto y mis
sueños, en manos de mi ángel los dejo. Al tiempo temo, a ese reloj que prisa
tiene, a esa ansiedad que duele en el corazón, fuerte, diferente, persistente, disfrazada de veneno y espada silente. Ya la
coraza no sirve para nada, la espina se desgarra, mi alma ha sido penetrada, mi espíritu he
cuestionado y el sueño ya ha sido embargado.
Entiendo que soy parte de algo
mucho más grande, que como humano no estoy sano, que cargo errores, vacíos en
mis manos y algún que otro reproche de alguien que quizás me haya amado.
Necesito sentir que de este mundo no soy extraño, que aunque por diferentes
caminos he vagado todos están en mi vida contados, que todavía no hay epitafio
en mi mármol y que todavía tendré una oportunidad para vestirme de algo. La
pesadilla a su merced se ofrece, sufre la cama, el silencio cede y el averno
enseña sus brasas: la mirada fija saca al consciente de la vida, el impulso es
feroz, desde el séptimo piso cae el cuerpo sin pagar peaje, el vacío al
inconsciente grita y la Tierra imanta el alma, suben lágrimas a la sien, el
cabello en el viento se alarga, los labios se apelmazan, la saliva emprende el
último trago en su garganta y la sangre se prepara. El espacio se llena de luz,
la pesadilla sufre, una mirada nerviosa se despierta y estalla el alma. El
poder ha sido enseñado, mi astral se ha levantado y he visto mi cuerpo ahí
tirado, no puedo tocarme, soy consciente y sin pulmones exhalo, será eso la
muerte o quizás del espacio he sido
preñado, será el viaje deseado o es que alguien el umbilical ha cortado,
será ilusión o soy cautivo de la profunda tristeza y su posesión. Vago en un
limbo que no entiendo, mi aliento huele a cansado, soy extraña luz y alma, ni
mi soledad me acompaña, soy vacío y raro
en el destino, no hay grito que me guíe ni silencio que recuerde, no hay nada, ni
memoria que me llene.
En la oscuridad nado, el
Universo es pequeño, frío y extraño, tanto que así no me lo habían explicado. Se
abre el espacio, huelo sin olfato y toco el no tiempo sin tacto, todo es raro,
siento y no me hallo, hay conexión con algo, no entiendo qué está pasando y de
repente se abre un increíble agujero de gusano: Es un sueño o un paraíso en
excelencia dibujado, es el óleo que el gran Mago me había preparado o solo un
espejismo en el incomprendido espacio. Un nuevo planeta se me muestra de
infinito amor engendrado, su tierra es
de mi agrado y en ella cien millones de molinos respiran despacio. Algo empuja
mi alma y me dice que a mi destino he llegado, sin pensarlo al primer molino me
agarro, engancho mi espíritu al aspa más alta, la centrifugación es osada,
empieza la eternidad a tejer una cápsula desde mi espalda, siento en el vientre
como de sedas se entrelazan mis entrañas y en mi mente como una vida recorre la
memoria entre sienes y unas historias, que ya son extrañas. Se aterciopela
transparente mi piel, imagino un sudor que no es dado, el oxígeno no parece
necesario y en ese divino capullo me siento querido y gusano. Soy de nuevo un
fetal fenómeno, una miga del divino que hace que no me sienta solo, sombra de
un destino ya por él escrito, del Universo su calostro y del gran Mago, una
creación que requiere más perfección y algún que otro retoño.
Una segunda oportunidad pinta oro, un nuevo
umbilical es mi tesoro, una cicatriz se escribe en mi cuerpo para que sea
recordatorio, se borra la memoria, el aprendizaje permanece y renazco como
mariposa silente. En esta Tierra nací una y otra vez y la dejaré el día, que
por fin aprenderé.
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