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martes, 1 de mayo de 2018

MUÑECA ROTA.



               Llora el alma, el cuerpo encoge su aliento, ahoga la sábana y el aire huye de su viento, traga  saliva la garganta, la mano suda agria y un dedo firme, te señala. La noche es larga, el recuerdo emociona, la memoria pide pausa, escribe su ansia un olvido no permitido y una suave música abraza, lo que le da la gana. Sientes frío y pierdes dos miradas en la ventana, le sonríes al vacío mientras una pared se muestra, toda blanca. Le pides al infinito que no amanezca mañana, que en el reflejo de esta luna quieres que la pesadilla sea perpetuada y que no haya sombra que se atreva a desvanecer esa duda, tan trabajada. Llora el momento y el puño encoge cada pedazo de almohada, respira intenso el escalofrío y arqueas tu espalda, el sentimiento araña, la ternura es deseada y la caricia, reclamada y necesitada.
               Muñeca rota, desbaratada de tanta espera y deprimida cuando siempre olías a primavera. Trapo de emociones ahora deshechas, hacedora de sentimientos y nuevas lunas eternas, cautivadora de sueños y estrellas…muñeca rota que ahora lloras, porque vagas sumida en una tristeza, que solo añora. Ya no piensas, tu mirada no ve nada, sientes lejos esa brisa que te abrazaba en el alba, tu noche es callada, exiges coraje al ángel que te guarda y recuerdas sola,  el día que te leyó mi boca, esa noche que de mi te embriagaste toda y ese instante que amaste la pasión de un arte que en tu sueño, todavía late.
               Entrelazan su color el clavel con la gardenia, el río con su flor de loto y un copo de nieve le dice al cielo que está loco, que es primavera y que aún en la tristeza, él pertenece al invierno y quizás un poco, a un añejo otoño. Se arrastra el hombre por la playa del lugar y siente a lo lejos, su muñeca llorar. Se recuerda niño y busca una caracola a quien escuchar, a ese eco que le explique que la debe luchar, a esa ansiedad que en la distancia ve como su muñeca, llora de verdad. Le pide al horizonte que a su cielo deje en paz, a la nube que descargue ya y al rayo que muestre toda su luminosidad. El marco es perfecto y el ser incorrecto, cierra puños y espera atento un milagro en el firmamento. ¡Quien se lo iba a decir! ¡Quien se lo iba a preguntar! Si lo único que quiere es dudar, un caballo difícil de cabalgar, la respuesta a una hipócrita verdad y la explicación a una lágrima que puesta, resbala de verdad. Nadie ve, nadie entiende y nadie comprende, el ser se desprende, el alma se abre y el corazón siente lo que de verdad debe. El valle enmudece porque la montaña una sombra le ofrece, una pausa, un silencio, un deseo de paz que merece. ¡Tregua! Pide el compungido adolescente, el niño duerme y el adulto todavía no entiende que la vida es otra cosa y no solo un pañuelo de rosas, que nadie le sostiene. Y entonces ve como el pétalo se desprende, como el alce cae en las fauces de la serpiente, como el inocente es poseído por el indolente y como un verso se ha vestido de una rima silente. De la oscuridad nace la sombra que sabe que sin reflejo es otra cosa, el hombre sabe que su muñeca lo añora, que a ella debe llegar y la negra urbe cruzar, allí donde nace la tristeza, donde la melodía es estrecha, donde su historia es jueza, donde la experiencia lo explica, aunque sabe que por fuera, lo señalan siempre y a cada hora.
              A su tristeza encara e insolente le reclama: “Caminaste y caminas, quizás amedrentas y lastimas o a veces te escriben como yo: un sentimiento o quizás una alegoría de vida. ¡Tristeza! me da igual que me mires de lejos o estés cerca,  si en verdad existes, dime de qué estás hecha, de qué color es tu piel y a que huele el cabello en el que siempre me enredas…de que mimbres están hechas tus piernas y que tan anchas son tus caderas, de que cielo son tus ojos y que tan puntiagudos son tus senos porque le explicaré a mi alma que cuando estés cerca, agache la cabeza, que haga como que no te vea y que cuando te vayas, retire la escalera para que en mi altillo jamás aparezcas ¡Ay tristeza! Pregúntale a mi cielo porque ya no te creo, a mi alma porque aunque la abraces ya no te siento dentro, a mi cuerpo porque aunque vivas en su poro abierto no te tiene celo y a mi corazón, porque aunque respires a su son, tus latidos ya no son de su aliento.”
               Muñeca rota, pedacito de sueño que huiste del juego, silencio en pies y  manos sin deseo, gris pintado en el cielo y negro intenso en el profundo anhelo. Oscuridad de vida que entre sombras ya no la explicas, lágrima pedida en una ilusión que fallida, resbala desnuda, por tu mejilla…muñeca rota, algodón en hilo que desprendes el último suspiro, trenza preñada en seda que desbaratada yace casi muerta, ojos sin pestañas, boca cerrada, brazos cruzados, grito contenido que vaga entre la nada, en el fondo de tu garganta…muñeca rota, gotita de vida, ven y acércate quedita pero a nadie se lo digas, porque pondré tu alma en una burbujita, la llenaré de besos y caricias, coseré sus heridas, beberé sus lágrimas, escribiré en ella fantasía, la abrazaré toda y la vestiré de melodía, le susurraré al oído que esta vez por siempre será mía, que la distancia será vencida, que era otro el que verla no me permitía y  que por favor se abra, porque mi sueño dentro de ella acaba.


              


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