Encontré
un rinconcito en tu cuerpo donde sentí tu alma, encontré un lugar donde mis
dedos temblaron y mi boca selló tu sudor, un espacio donde la tinta de mis
versos coloreó de un disfrazado carmesí tus sentimientos, un pliego de hermosura…Una oración de
ternura. Me perdí en él y en su laberinto, descubrí deseos, abrigué sueños y
cerré mis ojos para escuchar sus latidos.
A ti
llegué, escondido en los miedos de un desamor. En tus brazos me enseñaste a
recorrer tu cuerpo y en tu primer aliento, supe que de verdad me sentías.
Recogí en un puño de mi corazón las emociones, desgarré los temores de mi alma
y poquito a poquito los puse sobre tu piel. Dejé que los ojos del recuerdo,
secaran mis lágrimas. Olvidé por un momento que vivir es sufrir y con todo mi
vigor me entregué a ti.
Quise ser
una cajita de regalo para tí. Junté mis noches mágicas de vida, mis amaneceres
oliendo a café, mis velas inspiradas de poesía, mis añejas copas con sabor a
históricos tintos y también las penas que cargaba mi mochila…Y en tu primer
sueño, vestí con exóticas sedas mi bagaje, lo envolví en rojo celofán y lo puse
a un lado de tu corazón…Ahí, pegado a tu pecho, junto a tus
sentimientos…Escribiendo amor en tu alma.
Y en tu
segundo sueño te llené de palabras que poco a poco el cielo convirtió en versos
y nuestra luna en poesía…Y llegó tu amanecer, ese amanecer que despierta en mis
brazos, ese amanecer que se convierte en único porque sientes mi alma pegada en
ese rinconcito de tu cuerpo, en ese rinconcito donde late la vida y despierta
tu poesía.
Encontré
un rinconcito en tu cuerpo, donde quiero vivir, donde quiero amar…Donde quiero
morir.
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