Le pido a
la luna que duerma su soberbia, que ya no envuelva mis noches con la pasión de
sus mares y que no atente la integridad de mi soledad. Exijo silencio y tiempo
para poder abrir ese espacio que libere mis emociones, ese espacio necesario
para la reflexión…Ese espacio que aletea mi ángel cada vez que seca una lágrima
de mi rostro. En la dulce humildad escondí perdones, rencores y remordimientos.
En la temeraria lujuria deshice sueños, momentos y ansiedades…En la vejez de mi
alma, escribí lo que sentía, lo que aprendí y lo que nunca quiero volver a
vivir.
Sigo
luchando contra los miedos de mi sociedad, contra la falta de libertad, tanto
de expresión como de vida. Censuras van y vienen, opresiones de poder nacen y
renacen cada día por doquier…Atentados suicidas encubiertos en religiones que
no entendemos, falsas promesas políticas que solo siembran ignorancia y
desdén…Frágil humanidad que vives tus días al borde de lo intangible y de lo
inimaginable. Hemos llenado nuestro camino de información pero no de amor,
hemos olvidado la poesía y leemos tanta basura que cuando nuestros ojos abren
un buen libro, leemos el prólogo pero somos incapaces de recitar su epílogo.
La
humanidad requiere de un minuto, de un día, de un mes de silencio. La humanidad
necesita reciclarse en sus bases, volver al principio y reflexionar…Necesita
volver a sentirse, volver a tener el tiempo en sus manos y rendirlo como debe
ser, necesita abrazar y compartir, necesita volver a ser única para que el
Universo nos siga guardando un lugar en su alma. Crean en ella porque somos
parte, ámenla porque somos ella y escriban ternuras porque en ellas, TENEMOS
QUE ESCRIBIR NUESTRA HISTORIA.
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