Poseerte fue mi sueño y mi pecado. Llené mi cuerpo de tus tentaciones y
me persiguen en los silencios de mis noches, envenené imaginación con tus
besos, envicié mi corazón con tus latidos y mi alma ya no puede oler otra flor,
que no sea tu piel.
Te
recuerdo entre mis brazos y jamás lo haré de otra manera. Cierro los ojos, siento la suavidad de tus labios y jamás los despegaré de mi cuerpo. Sueño lunas
y la tuya, sigue siendo la más hermosa. Persigo ternuras y cada vez que intento
respirarlas, es tu aliento el que exhalo. Escribo poesías a extraños mares y todavía
siento tus olas, besando mis pies. Escucho ajenas melodías, pero es tu música
la que vive en mis escalofríos.
Día con
día reclamo a la memoria tu presencia, mi pensamiento te dibuja en cada calle
que camino, en cada verso que escribo y en cada gemido del viento. Sin cesar te sueño, te idolatro y me abrigo
con mi necesidad por ti. Sin pausa te recito cada vez que hundo mi boca, en esa
almohada que todavía encela la seda de tus cabellos. Sin miedo dejo que mi
cuerpo te recuerde una y otra vez, dejo que mi corazón expanda sangre y que mi
alma beba de la poesía de tu sensualidad.
Eternidad de mujer que me convertiste en esclavo de una pasión, estrella
de mi noche que llenas tintas y robas inspiración, ojos de miel que derrites el
Sol en cada uno de mis amaneceres, éxtasis de amor que mojaste con tus lágrimas
mis mejillas, ternura divina que escribiste un antes y un después en mi vida…Letras
de un vivido deseo, vestigios de una pasión.
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