Con la brisa llegó un pétalo,
rojo, de terciopelo pintado, terso, de miel barnizado, sudado como un deseo
erizado. El alba cambió su cara, amaneció la Luna, gimieron las sábanas, una
humedad penetraba, era rocío, quizás una vieja ansia o quizás ese manantial de
silencio, que en la contenida pasión mi piel desgarraba. Llegaste con el
viento, cruzaste la ventana, no te importó atravesar el vaho de mi aliento, no
hubo palabra, el verso era mirada, tus labios esa poesía que mi boca tanto
anhelaba, tus cabellos ese manto que en tus hombros caía y mi pensamiento excitaba.
Quise quitarte esa blusa que entre sedas tus pezones transparentaba, esos
tacones altos como alfileres que mi espalda añoraban, me miraste, pediste una
pausa, querías que me llenara de tinta y te escribiera primero, lo tanto que te
amaba.
Ahora estoy listo, atraviesa el
viento, sacude mi noche porque de tinta estoy lleno, ya mis dedos rozan lo
perverso, la imaginación es cielo y mi alma ya mama, en las ubres del profundo
deseo. Ven, cierra los ojos que empezaré el juego: me desprenderé en poesía,
una luz suave y nítida, besaré tu aura, entre tus cabellos mojaré mis rimas y
despacito recorreré con el primer verso, una caricia en tu cara. En tus ojos
enamoraré miradas, esas que leen cada tilde de tus pestañas. En tu nariz
respingaré mis ansias, esas que te huelen toda aún en la distancia. En tu boca
imaginaré un caramelo hecho de azúcar de nube y miel de cielo, ese que saboreo
cada noche enredado en mi lengua y explota erótico en la garganta de los
miedos. En tus oídos susurraré el final de mi poesía, ese final que llenará tu
piel de gotas para que empiece a resbalar mi prosa. En tu mejilla escribiré una
elegía, esa que explica que un día por mi corazón fuiste elegida, la que cuenta
como el destino maduró una utopía, rompió cualquier osadía, te convirtió en
brisa y hoy, esta noche, sin manecillas en el tiempo, te hará mía.
Resbalaré por tu cuello, lo
llenaré de labios y besos, de lengua y gotitas de celo, de estremecimiento lo
pondré tenso, dejaré que se arquee y encele tus cabellos, mi mano pondré en tu
nuca, deslizaré mis dedos y despacito quitaré de los hombros tu blusa. Bajaré
mis manos y la arrancaré toda, los botones llenarán la alfombra, tu suspiro
mojará mi aliento, la palabra confundirá al verso y miraré con tentación cada
uno de tus senos. Entre ellos soltaré el vapor de mi anhelo, besaré esa piel
chinita que suda quedita y exhala cada sentimiento de mi poesía. El juego es
perverso, tus pezones lo saben, me miran erectos, quieren el abrigo del jugo
cuando es cálido e intenso, la travesura de una lengua de fuego, el sentir pasión
más allá del quinto cielo, saber que sentirán el orgullo de tanto escondido
deseo. El torso es perfecto, palpita tu ombligo, pide la caricia redonda de mi
dedo y dejo que un trocito de mi sueño lo posea entero. Siento tu vibración más
allá de cualquier etéreo, tu aura pinta
pureza y de rojo escurre apasionada entre
el polvo de mil estrellas, tu alma está inquieta, poquito a poquito se abre,
pones tu mano en mi cabeza, pides una espera, quieres ser tú quien continúe el
juego y con exquisita delicadez, pones los dedos dentro de tus pantaletas.
Me miras, te miro, tus ojos el
deseo confiesan, eres demasiado bella, la tentación se dibuja perfecta, no hay
vellos ni queja, poco a poco resbala la seda, el cambio de color es cada vez
más hermoso y sé que pronto morderé, la manzana de Eva. Respira el poro, el
edén se muestra todo, tu contorsión lo pinta vigoroso, erizado, rasurado y mojado.
Sentado acerco mi pecado, pienso un beso y lo marco, tus manos estiran mis
cabellos, el suspiro es controlado, el toque acerado y el sorbo, una rica miel
en mis labios. Se desprende una tinta, del viento robo sus rimas, de tus
suspiros unas letras, del sentimiento un verso porque es húmedo y tierno.
Escribe el poeta, la musa aguanta la espera, me levanto, te miro cerca, la miel
de mis labios es recogida por tu lengua, te abres toda y mi alma ya escrita te
penetra. El gemido grita, tu espalda se arquea, mis piernas tiemblan, tus
muslos entre mis manos se aprietan, tus palmas en mis hombros seducen y abrazan
mi cabeza, es cariño, pasión, ese amor que solo un alma es capaz de tejer, una
poesía escrita con tinta de hombre en pergamino de mujer.
El juego no ha terminado, debo
escribir un último verso para que la rima no perezca en el desahucio. Me miras,
te miro, estoy relajado, me muestras tu abrazo y a tu cuerpo me pierdo pegado.
Siento tu latido y en el mío duermes en el arrullo ansiado, tu olor es divino,
mi cansancio extasiado, tu sabor dulce, mi sudor salado y el amanecer alargado,
solo esperando ese café, que ya muele sus granos. Piensa el poeta, la mujer le
regala su espalda, chorrea la tinta, el chocolate hierve, la vainilla se
deshace de su vara, el café huele, la tierra mojada exhala y el verso penetra,
hasta el fondo de su alma. Mujer y poeta terminan, de reojo se miran, saben que
pronto llegará otro juego, será el hombre quien se desnude imperfecto y la
mujer quien escriba en su piel, todo lo que lleva dentro.
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