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Acuéstate conmigo, deja que mi
sábana envuelva tu noche y hablemos, entre almohadas. MI amor, ¿Cómo fue tu
día?¿Escuchaste alguna melodía? Sé que estás cansada, relájate, no te quiero
aburrir con mis palabras, solo deseo tocarte y dejar que mis caricias, sean las
que hablen. Mira mis labios, compréndelos porque quieren besar tu cara, escucha
mis dedos porque atrevidos se entrelazan en tus cabellos, coge mi mano y
enséñale lo que de ti, es lo más bello. No hay distancia, sientes mi fragancia,
cierras los ojos y es mi aliento quien besa tus pestañas, abre tu boca, te
huelo toda, me regalas tímida una mirada y le pido al sueño que esta noche, te
posea entre mis almohadas.
Mi amor, ¿Cómo te sientes? Te veo
diferente, más bella, hermosa y ansiosa. Te explica la mirada, tu piel respira
calma, sabes que tu boca es deseada, que tu cuerpo está desnudo bajo mis
sábanas, que quiero, robarte el alma. Esta noche escribiremos un libro, un
pequeño diario, un cuento que un día recordaremos como legado. Nos amaremos
sobre hojas hechas con alas de mariposas,
entre esas tapas duras como el manto de la Luna, en el índice perfecto
que no tiene espacios ni tiempo y en ese epílogo, que jamás acabaremos.
Atrévete, quiero hacerlo, vístete en el profundo deseo con labios de verano y
pausa de invierno, abre el libro, deja que el sentimiento rompa todo lo blanco,
que la emoción recite su tilde y que tu corazón, lata fuerte en mi sangre. Empápate en mis tintas porque ya están listas,
para escribir la poesía, que merece tu
alma.
¡Mira! La Luna abrió nuestra
ventana, las estrellas casi la tocan, te siento húmeda, divina y dichosa,
cautivadora, sensual y esa musa que solo mi mente evoca. Observa las nubes, cambian
sus formas, mira el cielo, su color es diferente, escucha el grito del viento y
entenderás que ya no silba en las esquinas del miedo, porque el abrazo es
perfecto, un sudor se pega inquieto, el deseo está enfermo y la pasión gime, nuestras
locuras en celo. Dame tu mano, quita la sábana de mi cuerpo, desboca tu ansia, siénteme tierno, calcula el tiempo y
recórreme, despacito, en silencio. Esa caricia es la que quiero, la que
necesito dentro, la que explica el sabor de este fuego, la que encoge mi ego y
expande al hombre que cargo y que ahora sobre ti, del pecado libero.
¡Ven! Deja que el abrazo sea eterno,
que la cama se vista de cielo, la palabra de verso, que el sentimiento nade
tierno y que cada beso explique, el profundo deseo que por ti tengo. Sacude mi
alma porque abriré la tuya hasta que su luz embriague la Luna, entra en mi corazón
porque de ti ya llené su memoria, ámame tan fuerte que el amor sea poeta y nos
escriba su pureza, poséeme tan dentro que no haya poro que no pruebe tu beso, acaríciame
entero porque soy de carne y hueso… y para ti, entre almohadas, un libro
abierto.
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