Permití que tu
cuerpo poseyera mi corazón, consentí tu abrazo más allá de mi razón, lloré en
silencio porque presentí tu adiós, pero debes saber que en mi dolor no estás
tú…Sólo está una página en blanco, en el
libro de mi poesía.
Un día imaginé
un hermoso cielo, una cálida noche llena de caricias, una luna llena
protegiendo mi sombra. Un día dibujé en mi mente el esbozo de la ternura, pinté
despacito el color de mis sábanas, iluminé con ceras el paisaje de mi alcoba y
escribí en mi alma el aliento de tu boca, llenando de besos nuestro instante.
Te busqué entre
las infinitas oportunidades de la vida, analicé mis gustos, reté coincidencias,
deseché miedos y brinqué precipicios sociales. Preparé mi amor para el
encuentro, aceité mis manos con el agave de tu tierra, entumí pasiones para que
tu energía fluyera y en el error, quizás dejé que mis versos confundieran tu
corazón.
Machaqué con
mis nudillos la ira de la sinrazón en cuanto te vi y comprendí en un segundo que
en tus palabras no cabían mis labios. Entendí,
cuando la puerta abrió la silueta de tu alma, que en mi piel nunca
tatuarías un sentimiento, observé la dulce armonía de tus encantos pero la
sutil imaginación desafió la realidad.
Ser que
llegaste a mi lado desafiando distancias y nunca pudiste robar mi protegida
intimidad, sueño que pudiste abrigar mi noche y te cobijaste en la enredada
alquímia de tus falsos miedos. Narrativa esquizofrénica que embriagaste mis
sentidos en la espera, perversa duplicidad
que retratas miel en tus fotos y música en tu poesía. Mujer que en el
intento de abrazo, abriste tus manos y solo sentí el eco de tu gran vacío…Sabes
que pudiste ser y…
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