Empecé a leer tu
libro y entre sus líneas perdí la cordura del tiempo, entre sus versos
brincaron mis lágrimas, entre sus tildes comprendí la incertidumbre de tu
destino y entre sus espacios, pude imaginar otra vez la sonrisa que siempre
dibujabas cuando te miraba. Recorrí otra vez tu mundo en el profundo mar de los
sentimientos, plasmé en mi mente los escondites que iluminaba tu narración y
entre tanto silencio escuché el grito de tu sombra cuando en tu epílogo pedía
una oportunidad.
Poco a poco
engullí la bravura de unos deseos que ya no son míos, poseí una vez más las
pasiones de tus pesadillas cuando otros brazos abrazaban tanto desdén y en medio
de tus infiernos sentí el tronar de aquellas brasas, que un día te hicieron mía. Como pude, deshice la angustia del recuerdo y por un momento
olvidé tus comas y escribí mis propios puntos y aparte.
Maldito instante
en el que permití a la profunda locura rasguñar las arterias de mi alma, envenenado
cosquilleo que invadió mi corazón al abrir tu libro, intenso presagio de un
caos anunciado cuando tus tintas se fueron borrando entre las humedades de mis
manos…Rabia contenida cuando mis puños arrugaron las páginas de tu vida, destrozada
poesía que un día llenaste de oscuras formas mi destino.
Cerré tu libro,
porque tu historia ya no es mía.
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