Pensé un verso, lo
teñí de rojo y en mi sueño vi sangrar tus dedos
Imaginé tus deseos, percibí su intensidad y en mi pesadilla
sentí impotencia
Juré tu amor, escribí su ternura y en mi vida solo quedó un
anhelo
Intenté besar tu cielo, amagué tu luna y las nubes de la vergüenza
taparon mi pasión.
Engañaste mi líbido, emborrachaste mi cuerpo y tu interés se
adueñó de la noche.
Sonrojé la cara de mi orgullo y en mi ego solo encontré
cicatrices
Viajé lejos en la memoria y entumí mis manos con ese
recuerdo
Caminé y trabajé calles, tragué y escupí vergüenza y en mi tristeza,
solo escuché tu silencio.
Vagué sin rumbo, descifré sombras que no eran mías y sufrí ajenas ansiedades
Permití al infierno adueñarse de mis miedos y entre tanta ignorancia conversé con su oscuridad
Firmé un pacto de no agresión, pero tanto fuego quemó mi
firma
Arranqué un verso de su lengua, pero entendió que la palabra
odio no puede vivir en mi alma.
Vergüenza que destilas hiel
entre las pobres salivas del profundo lamento
Vergüenza que asumes tu papel en el sutil teatro de la vida
Vergüenza que enarbolas la bandera de la sublime impotencia
Vergüenza que naciste en el infierno, para el goce de sus diablos.
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