Le escribí a
la luna, avergonzó la mirada y se escondió tras la nube de sus miedos. Atravesé
las tinieblas de cien precipicios y el eco no repitió mis palabras, Intenté
cambiar mis paisajes y ningún Sol iluminó nuevos colores…Me sumergí en ajenos
bosques y solo encontré laberintos de vidas perdidas en sus ansias, encontrando
sólo falsas salidas.
Arranqué miedos en soledades impuestas, abracé infiernos que solo el pecado conocía, extrañé sábanas que nunca supe como abrigar y en mi osadía, quise cambiar conciencias y solo me llenaron de culpas…Y ahora sumerjo mi alma escuchando viejas músicas que abrazan mejores tiempos, músicas que expanden un espacio en mis sentimientos…Músicas que adornan los rasguños de una soledad, que ya perfora mis venas.
Viejo adagio
que cuentas historias y renuevas escalofríos con tus leyendas, adagio que
desempolvas amores conquistados y pones cada día un clavo, en el ataúd del desamor. Adagio de vida,
adagio de muerte en el desamparo de la ilusión, en el fin de la esperanza…En el
infinito de la nostalgia. Viejo adagio, ya no me cuentes las ternuras de tu
pasado, solo envuélveme con la magia de tus sueños, con la sensación de
amanecer en unos brazos, que ahora solo viven en la imaginación y dame la
oportunidad de volver a vivir.
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