Cambiaste
y pudiste leer mi mente. Educaste inteligencia y me sintió tu corazón, cazaste
los sentimientos de mi luna y les diste ternura, embriagaste mi mar en tus noches
y te sentí tan profunda en mi piel, que la distancia se arrodilló ante la
hermosura de tu alma…Y desde entonces navegamos juntos entre los vientos del
amor, entre los versos de la eterna poesía, entre los paisajes de nuestro
paraíso y entre los brazos de nuestra música.
Enraizamos un sueño en nuestro primer beso, crecimos entre las aguas de nuestra pasión y llegamos al punto exacto de madurez… Al momento en que siento
la profundidad de mi ser, como parte de tu alma, al instante en que tu corazón
domina mi sangre…A este día, en que mis
ojos lloran tus lágrimas y tus labios abren mis sonrisas.
Deja que
te mime porque en la vejez ya no existen excusas, en el final ya solo vive la
luz y en tu piel, jamás otra caricia escribirá, lo que en ella tatuaron las
tintas de mis dedos. Déjame consentirte porque en mi dulzura vives, en mis ojos
miras y en mi boca, besas. Permíteme una vez más ser parte de tu cuerpo porque en
él, vive mi pasión y vibran mis deseos. Permite que mi lengua recite poro a poro tu
hermosura y deja que mis manos, te recuerden otra vez…Deja que recuerden la
poesía que exige tu espalda, el verso que respira tu piel, la pasión que funde
olores en tu sudor y deja que se pierdan por siempre, en el exquisito negro azabache de tus
cabellos.
Somos música, somos la magia que envuelve
acordes y escribe dulces pentagramas. Somos amor porque escribimos sueños y
sembramos ilusiones. Somos envidia porque nos sentimos, nos abrazamos y nos
gozamos, en un mundo de artificiales libertades. Somos pasión, porque en la
exigencia de la posesión, derramamos todo el poder de nuestro ser. Somos uno y
lo que escribimos lo cantan los ángeles, porque en nuestros sentimientos nacen
las notas, en nuestras caricias las melodías y en nuestras almas, la música.
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