Te
di la mano, me transportaste al cielo de los ángeles y sentí placer, soñé música y abracé tu alma.
Dichoso de pertenecer a tu paraíso, elegido por ser la piel de tu amor y
orgulloso por ser el lado romántico de tus versos. Me enseñaste que los
paisajes los ilumina el silencio de la virtud, que cuando la luna no llena
encantos es porque tu tristeza opaca su luz, que cuando el mar guarda silencio
cuando haces el amor, es porque vigila que tu pasión sea marea alta.
De ti
aprendí que un beso no solo pega labios, sino que funde salivas y embravece
sentimientos, aprendí que una caricia es capaz de escribir más letras que una
carta de amor, aprendí que el sudor
entre dos es tan hermoso que si una de sus gotas derrama una ternura, terminará
por germinar eternidad.
De ti
aprendí que una mirada tiene el poder de pensar, de hablar y de recitar. De ti
aprendí que los gestos de unas arrugas dicen más que los de un mimo, porque en
ellas está enterrada tu historia. De ti aprendí que un abrazo es algo más que una cercanía, es
dar y sentir, compartir y escuchar llover, quizás rezar un aliento y pensar que
sus brazos, componen música en nuestro cuerpo.
De ti
aprendí que amar no es poseer sino dar y dar y dar. De ti aprendí que el dolor no existe, que el sentimiento
fácil se perdió en el medievo y que la superficialidad siempre escribirá
ignorancias en nuestra vida. De ti aprendí que la seguridad se genera en la
aptitud, en la educación y en la perseverancia por aprender a ser lo que
realmente uno es. De ti aprendí que la religión es un invento humano, que el
Creador llora cuando el amor no nace en la pureza del corazón y que tenemos
tantos santos que nuestra infantil lucha, siempre cae en sus imágenes.
De ti aprendí que no es fácil escribir, porque una poesía puede liberar almas pero un mal verso puede equivocar destinos…De ti aprendí que tengo la magia de convertir mis noches en luz y mis días en sombra …Y aprendí que tengo el derecho, de aprender de mí.
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