Buscaste
un héroe, un camino a seguir…Buscaste un lugar donde el corazón se convirtiera
en piedra y no se rompiera en mil pedazos, buscaste una oración y quizás fue el
resplandor del cielo, el único que iluminó tu decisión. Te encerraste y creaste
tu propia isla. Ante la tristeza, dormiste tus ojos…Y en tu lucha interna, no dejaste que nadie abrazara tu alma.
Permitiste que tus miedos vivieran entre cuatro paredes hasta ahogarlos en su
propia desesperación, aconsejaste paz a tu corazón y en sus latidos solo
dejaste que fluyeran los versos de la libertad, escribiste nada en tu mente y
en su blancura, renació tu historia.
Y llegó el día, que la fuerza de tu destino, perforo el oscuro ostracismo. Poco a poco abriste los ojos y solo percibiste el halo del sutil desvanecimiento de la tristeza. Con firmeza, hundiste tus pies en la nueva luz y en ella tus huellas eran mágicas y doradas, tus manos no necesitaban aquella piel para sentir y tu cuerpo ya no envejecía por ajenas decisiones, sino por tu dominio. Empezaste a latir, desafiando la timidez de tu sangre y en el espejo del primer amanecer, viste la grandeza de la sonrisa de tu alma.
Refugiaste tu
vida en la reflexión y sin darte cuenta sembraste las más hermosa semilla que
el desamor puede dar: La libertad. Tus lágrimas la germinaron, tu silencio le
dio vigor, tu soledad la acarició y entre los sueños del cielo, se enraizó en
tu alma. Y ahora envuelto en su cariño ves cómo crece y crece. Abrazado entre
sus largos brazos, ya sientes su infinito y muy pronto cuando esa semilla dé su
fruto, conocerás la pureza del amor y en ella escribirás eternidad.
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