Te apellidas
ternura y tu nombre, escribe caricias en mi biografía.
Cuando mis
oídos escuchan el rumor de tu viento, siento mi aliento en tu inteligencia, mi
suavidad en tus pensamientos y tu magia, recorriendo poro a poro, mi piel… Cuando
tus labios crean una palabra, ésta se convierte en verso de mi poesía.
Cuenta la leyenda, que un día el Creador
juntó sus manos y entre ellas vió una pequeña semilla que poco a poco germinaba
en el divino sudor. Era muy pequeña, frágil y escurridiza. Pensó en Amor y le
dio corazón, meditó su destino y le dio coraje, rezó sus miedos y uno por uno,
los llenó de esperanza. Ya oscurecía y se durmió pensando en su nueva creación…
Despertó y sus ojos no daban crédito a tanta hermosura, a tanta belleza, a la sublime exuberancia que solo él podía crear. Ya no era necesaria la luz pues su aura irradiaba el resplandor de mil estrellas, ya no era necesaria la imaginación pues sola, se reinventaba en cada segundo…Ya no era necesario el sueño, porque en ella, se reencarnaba minuto a minuto.
Y fue
entonces que llenó su creación con una caricia para que ella la multiplicara y
se llenara de ternura…La llenó de tanta comprensión que el entendimiento se
hizo a un lado, le dio el poder de amar sin tener que recibir y las avaricias
se escondieron por siempre en el infierno, le dio el sentimiento de llorar y la
sonrisa del cielo, abrazó su alma.
Plantó en
ella una gota de inteligencia y se
convirtió en mar de sabiduría, pensó en deseo y ella lo convirtió en pasión…Pensó
en su nombre y dijo: MUJER.
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