Me
pediste una cita en el café de la electrónica virtual, en el mundo de lo
desconocido, en el abstracto paisaje de la mentira…En el sublime balcón que da
a una calle sin nombre, a una calle que solo existe en la sutil imaginación de
un bajo deseo. Soledades compartidas, dedos y manos arrancando humedades,
pasiones fingidas y sonrisas contenidas en la virtualidad de la red.
Poesía
que desdoblas querencias entre el sentimiento y la hipocresía, versos perdidos
en apócrifas literaturas, leídos por cien mil paganos. Perversas imágenes que esconden verdades y muestran paraísos,
preparadas melodías que muestran un sueño que quizás se convierta en pesadilla.
Necesidades al borde del caos, mórbidas vivencias, baratas experiencias que no
abrazan ninguna realidad.
¿Te
sentí?, no lo sé. Solo vi lo que no eras, imaginé lo que quería que fueras y
escuché ruidos que confundí con un maquiavélico gemido. Prendí mis ceras en
honor al momento, me serví una copa de tinto y prendí un cigarrillo. Empezó el
espectáculo y lloró la ilusión, entristeció la razón y sucumbió la pasión…
Cuando por fin bajaste el telón de tu teatro, apagué mis velas y me tomé con
lenta sabiduría, toda la botella de mi añejo tinto, a la salud de aquellas
personas que sí aman el circo. Buenas noches.
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