Sentí la
noche cerrada entre los ecos de la melancolía. Vi pasar una vez más la
nostalgia de un año vivido, de un año caminado entre las nubes de los sueños…De
un año que ya escurre su agonía en los fríos de sus recuerdos.
Rasguñé la
esencia de mi pereza y puse los pies a trabajar, la mente a repasar y dejé que
los sentimientos de “ un mundo mejor” se
escribieran solos. Cargué mi mochila, prendí mi cigarrillo y decidí mirar
calles, observar vidas y callar mis vicios de soledad.
Despilfarro
de luces y colores, calles revestidas que gritan la urgencia de un próximo voto,
cohetes y pólvoras que nacen en la ignorancia de nuestros impuestos…Oscuridades
que pasamos a su lado y no vemos, pobrezas que no alcanzan a pagar el sutil
papel de un recibo y están sin luz… Ya nuestras manos no sienten las incesantes
quemaduras de esas maltrechas ollas, de esas ollas que no alcanzaron un aguinaldo
que las llenara de alimento, porque vivimos en el lado ciego de un mundo que es
más que la riqueza que día con día nos muestran, que es más que el falso glamour que nos venden en
revistas y periódicos, que es más que lo que aparenta el vecino, que tardará
seis meses en pagar su hipocresía y en ver que no le sirvió para nada. Porque el
mundo en el que vivimos, el verdadero mundo…Sufre cada día para comer, sueña
cada noche en una esperanza y su Navidad es sentimiento, el sentimiento que
nace de la pureza del corazón y nunca
muere en la eterna energía de cada una de sus almas.
Compramos un
mundo y nos engañaron, pero no hay derecho a devolución. Queríamos un mundo de
amor y paz, un mundo donde la tierra se conectara con el cielo, donde el mar
abrazara el dulce derritir de las nieves y donde las montañas desafiaran su
hermosura solo con el viento del universo…¡ Nos engañaron!...Nos lo llenaron de
sangre, atentados por doquier, muerte y soledades que ni siquiera conocemos su
razón…Racismos desquiciados, locuras soportadas por leyes que ni siquiera
escribimos, fundamentalismos que rayan esquizofrenias colectivas…Un mundo donde
el ladrón que te roba la cartera en el metro, es lo mejor que te puede pasar.
Reflexionemos
la razón de ser de la Navidad, una razón que se hunde en la mediocridad de las
religiones porque el poder político y económico ya las venció. Una razón que
sobrevive porque existe una burbuja llamada familia que todo lo puede, que todo
lo une y que en su abrazo esconde miedos y apaga infiernos. Cuidémosla, porque
tiende a desaparecer. Y somos nosotros
los que poco a poco la sometemos al silencio del olvido, porque en el juicio
queremos ser juez y parte, queremos ser razón y dominio…Queremos ser y no
dejamos ser. Es entonces que nos
llenamos de divorcios, extrañas uniones, querencias que rayan lo sobrenatural,
amores que van y vienen…Y cada Navidad esa familia, esa familia es diferente y
por lo tanto, distinta en sus fundamentos. Poco a poco pierde vitalidad, año
con año reinicia sueños y en Navidad sabe, que solo las cenizas del tiempo
perpetuarán un recuerdo que en su olor, recita olvido.
Por lo
pronto, voy a disfrutar de mi turrón y de mis doce uvas sumergidas en las
burbujas de la esperanza, de una esperanza que nació sin semilla…De una
esperanza que agoniza en nuestro mundo. Mi
deseo es que el próximo año, sea algo más que tiempo, un poquito más que un
sueño y mucho más que la paz que nos quieren vender… Un propósito de año nuevo:
Escriban, lean, reflexionen, amen en la profundidad, sean mejores y quizás
nuestro mundo cambie y lo podamos vender sino, nos tendremos que quedar con él. Feliz Navidad
y próspero 2017, con todo mi corazón un abrazo.
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