Antes de que llegues debes escuchar mi grito,
el auxilio pedido desde dentro, ese susurro que late tu sangre en mi corazón y también el gemido del aliento cuando escribe
pausa en el sentimiento. Antes de que llegues avísame porque no hay orden en mi
vida, los trapos respiran desidia, mi habitación una soledad no elegida e
incluso mi perrito quizás todavía no te olvida. Entiéndeme porque mis brazos ya
no se acuerdan como abrazar con pasión sostenida, mi cama está llena de humedades contenidas, de
miedos que rebotan entre cicatrices de traición heridas, de recuerdos que
tenían mi memoria de amor invadida y de nostalgias que cada noche prendo en mis
brasas y que ahora solo son, tristes melancolías.
Antes de que llegues le pediré
al Sol que ilumine mi día porque olvidado me tenía, a la calle que se deshaga
de sus prisas, a mi portal de sus visitas y al aire que retome aquel añejo
viento que siempre mi cara, con su fuerza desvestía. Destruiré vigilias, enemigos
viejos, sonrisas fingidas, aquellos puños hambrientos, todos los recuerdos y de
aquellas fotografías, también sus miedos. Antes de que llegues le retomaré su
hora al tiempo, la saliva al sentir que llevo dentro, esa mirada de hombre que
te atravesará por completo y le pediré más intensidad a ese silencio en el que
te medité y te pedí por siempre, como parte de mi gran anhelo.
Antes de que llegues acicalaré
mi vida, con una caricia le pediré nueva música y también otras melodías, que
llene de miel las arrugas de mis sueños para que tus besos se peguen perversos,
que borre de mis manos sus líneas porque tú las llenarás de ternura con tu
poesía, que alargue mis pestañas para que atrapen tus miradas, que en mis
labios pinte sabor en sus comisuras para que cada mañana sean más que un café,
despertando una sonrisa en tu cara. Antes de que llegues le rezaré a mi ángel
para que también te guarde, le pediré al grillo que se deje de frotar y que por
favor cante, a mi ventana que no cierre su alegría, que deje al rocío entrar,
para que desde mí, te vuelva a empapar.
Antes de que llegues sembraré
cien mil rosas porque ya arranqué un millón de pétalos y el jardín las añora, ahora
son pared y alfombra, camino y trecho, también olor y la forma de tus pies
sobre mi lecho. Cambiaré la cera de mis velas, la copa de mis tintos, cada letra
al destino, cada palabra al suspiro, cada sabor al orgasmo consentido y cada instante en que desnudo te muestre ese
verso escrito que convertirá en ti una
poesía, en amor infinito. Antes de que llegues dímelo, porque te preparé, un
hogar divino.
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