https://publishers.propellerads.com/#/pub/auth/signUp?refId=Tilr HISTORIAS DE ITACA: EL PERIODISTA: UN RÉQUIEM A LA SUMISIÓN.

martes, 13 de noviembre de 2018

EL PERIODISTA: UN RÉQUIEM A LA SUMISIÓN.



                   Escribe el periodista en una columna por otros siempre vestida, llena de historias no vividas e ideas que para ajenas mentes son prohibidas. Abre el libro de la ética, ese que albedrío contenido enseña, el que siempre duerme siestas y ese que de reprimidas educaciones se llena. Descubre que hay letras que al leerlas ignorancia escupen, que entre comas algunas frases no tienen conciencia, que a las tildes les falta vehemencia y también que hay tintas, que no tienen sangre en sus venas. Intenta pensar en una leyenda para que sea símil de aquella realidad tan compleja, en una epopeya que le diga que también ahora hay lucha en cada acera…en una utopía que explique aquel sueño que de niño tenía y que hoy, tanto su mente exprimía: el sueño de poder escribir lo que brotaba de su alma, lo que el sentir le susurraba y lo que creía, su destino le dictaba.
                   Apagaba su lámpara, sus cabellos una y otra vez acicalaba. ¿Cual sería esa verdad que tendría el eco que tanto esperaba?¿Cual sería esa condición por el editor siempre amañada?¿Cual de todas sería la palabra censurada? Las ideas venían pero al pensarlas una y otra vez se iban. La imaginación a los colores se resistía y siempre bajo un impuesto blanco y negro su pluma escribía y escribía. El sentimiento no era, el aliento jamás salía de su trinchera, el sudor no vivía y solo el profundo nervio en cada uno de sus poros, travieso y punzante prevalecía.
                   Recibió una llamada, alguien le recordó que la nota editorial estaba vacía, que en vigilia su escrito esperaba y que se diera prisa porque un corrector ya quería irse a su casa.
                   De niño fue soñador, de adolescente un mal criado rebelde y ahora de adulto veía como el sueño y la rebeldía no eran parte de su osadía. Sentía maniatadas sus tintas, las ideas no corrían porque de su cabeza no salían. Debía pensar en lo que otros leer querían y no en lo que él reflexionaba cada día, en lo que le prometían que la sociedad debía imaginar y no en lo que él creía una falsedad, en lo que justificara un pago por regalías y no en la verdad que él sabía, era distinta.
                  Y fue entonces que cansado de tanta hipocresía, decidió escribir la verdad sobre aquellos silencios que tanto le oprimían, sobre hechos que solo en perversas mentes existían y se negó a vivir sumido en una red  por ellos creada, con desmesurada alevosía. En la decisión creó un derecho, ese derecho que mantenía su niño despierto, al adolescente siempre travieso y al hombre, recto y pegado a su credo. Pensó que no todo estaba mal y escribió un réquiem como editorial:


                                       “UN RÉQUIEM A LA SUMISIÓN”

                 “Estoy cansado de ser parte de un sistema anquilosado, pared de una enredadera que me aprieta demasiado, tinta de un poder por el dinero endiosado y sentimiento vacío de un hombre que siempre tuvo demasiados. Estoy harto de pensar siempre igual como el que dicta mis pagos, de comer de su mano y de no poder explicar cómo me siento a diario. En la equivocación vive un calabozo muy estrecho, en la rectificación parte de nuestros derechos, en la sumisión la falsa obligación y en la rendición, seguir como lacayos de su inventada religión. Por años me han dicho qué escribir, cómo pensar, desde su educación como aprender, en sus enseñanzas como crecer, en la tristeza cómo rezar y también cómo vivir como parte de un sistema que nos impide progresar. ¡Ya no más! Quiero abrazar mi libertad, sentir ese albedrío que me hará capaz, ese silencio que me hará comprender que hay otra verdad, esa sensación de que soy un hombre diferente y por ende un ser con más intensidad, ese pedazo de alma que vino aquí, para otro caminar. Me voy del sistema, como ser humano y su más fiel anatema, miraré diferente mi Tierra, cada río, cada vereda, cada mano que se me acerque y tenga su alma llena, cada mar y de lejos cada planeta, pero jamás huiré de mis letras porque como único me complementan y hoy, son de verdad.
                Gracias. A unos por haber creído y leído mis hipocresías, les pido perdón porque realmente no eran mías.  A otros por su complicidad y a unos pocos, solo un poco de antiácido en sus papilas para que no se les haga tan amarga, lo que les queda de vida.”
                Su réquiem terminó y a la editorial lo mandó. El corrector se asustó, el editor lo desechó. No se publicó, nadie lo leyó, le dieron las gracias y aquel periódico para él se cerró. No hubo liquidación y si premeditación, tampoco felicitación por tantos años y sí,  un olvido un tanto mesiánico. Por todas las redes sociales se atrevió, lo escribió en verso y en prosa, en cuento para los niños, en sentencia para los mal nacidos y también lo llenó de metáforas y dobles sentidos para los que como él conspiraban contra cada político. Ahora escribe poesía para plantas y otros seres que como él viven en la utopía, para los viejos amantes y algunas Lunas perdidas, no hay regalías, sueldos ni dádivas escondidas, sigue amaneciendo cada día y de tanto en tanto, vive, de lo que le da una mano tendida. Por una vez un réquiem escrito fue para su autor el nacimiento a una nueva vida, una decisión sin miedo elegida,  un epílogo a un sistema que quizás, destruiremos algún día. Hoy disfruta de su libre albedrío y también de tantas cosas que siempre le habían escondido, sigue escribiendo porque en sus letras no hay exilio, solo del sistema que lo tenía oprimido es un huido y como tantos otros, de tanto en tanto,  en el libro de los olvidos es leído.
                 


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