Enamoraste tanto mi alma que
todavía busca el latido que probó de tu sangre, emocionaste tanto el
sentimiento que no hay verso que describa aquel sueño, me saboreaste tan
profundo que aún hoy, cada sudor de mi piel, extraña ese deseo.
¡Si! tocaste mi alma,
acariciaste su membrana, escribiste en su cara, te perdiste en cada rincón de
su agua blanca, en cada grieta que otra historia mantenía abierta y también en
ese jardín secreto, que solo para ti, en silencio guardaba. Engulliste de mi
espíritu todo su aliento, de mi corazón sus anhelos traviesos, de mis ojos esas
miradas que siempre se perdían en el vacío de otros cielos y de mi cama, esa
fragancia que de ti, soñaba despierto.
Llenaste de músicas mi vida, de
melodías y danzas atrevidas, de besos que de tu boca con ansias todo me
recorrían, de aquellos silencios que entre suspiros gemían, de versos llenos de
una tinta hermosa y sin ortografía, porque en el alma no hay reglas para
escribir, su perfecta poesía. Entendimos que en los celos no hay derechos, que
la distancia solo es una excusa para el amor ligero, que en el tiempo crece el
sentimiento y que siempre, cada vez que en el abrazo nos vemos, sentimos que
somos uno y parte de lo eterno.
Tocaste mi alma, por debajo de la
piel, dentro de cada arruga en mi cara, en la boca sobre cada gota, en los
nervios entretejida toda, en su membrana cuando en el deseo se te abría
maravillosa, sobre ese pedazo de historia monótona, desahuciada y llena de
sombras, en esa humedad seca y por mi cuerpo olvidada, en cada miedo de un
silencio que daba por hecho, sería de mi vida, el último de sus infiernos. Me
tocaste cada noche, en cada rincón de mi cama, en el ocaso y en la dulce
alborada, me tocaste cada mañana cuando en la soledad despertaba, con tu rocío
empapabas mi ventana y escribías esas letras, que reventaban mojadas, en el
fondo de mi alma.
¡Si! Mi alma tocaste, te la comiste
toda, bebiste cada una de sus letras sabrosas, también su desnuda elegancia, te
embriagaste con el olor de sus rosas, con el libar de cientos de mariposas, con
el cáliz del arca de su alianza, con esa pasión que por ti esperaba cada vez que
hermosa llegabas, con el ansia de un hombre, que solo necesitaba que tú, tocaras
su alma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario