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sábado, 24 de noviembre de 2018

HAZME SENTIR HOMBRE.

               Tócame, pon tu mano alrededor de mi cuello, deja que tus dedos se enreden entre mis cabellos y ahora despacito, susurra en mi oído tu placer prohibido. Cierro los ojos, es tu lengua la que me siente todo, mi oreja, el nervio en mi quijada, cada ardor en mi garganta, en mi cara, en lo partido de mi barba, en cada poro que abres con tu ansia y también en cada pestaña cuando tus labios las abrazan.
               Que sea tu aliento quien provoque mi alma, ese vapor caliente que desde tu dentro a mi boca pegas con ganas, esa lujuria que sabe a pecado y quiero probar en cada una de sus formas y también su dulce fragancia.  Enséñame el poder de tu celo, desabróchate la blusa, quiero absorber tus senos, cada gota, cada ternura, cada suavidad que me toca como bruma, cada latido de un corazón perfecto…cada uno de los versos que en tus pezones, riman con nuestro anhelo.
               Pégate a mí, píntame de cielo, con tus besos y la caricia de tus manos entre los vellos de mi pecho, con tus labios, con esas burbujitas que nacen de tu aliento, también con esas palabras que erotizan tanto mis sueños y con esa mirada que enciende ese fuego que por ti, traigo dentro. Hazme hombre, humano y pecado de tus infiernos, excusa de tus miedos, el primero en profanar tu cuerpo y el último en sentir, todo lo que para mí es de ti, un prohibido deseo.
                Siénteme como trofeo, hazme tuyo, deja que mi prisa sea tu tiempo, mi piel ese lodo que atraviesas completo, mi vientre el palpitar irreverente en cada mordida de tus dientes, mis piernas ese mar donde se mojan tus sienes y mis escalofríos el punzante deseo que como hombre goteo despacito cada vez que siento tatuado el calor de tu libre albedrío. No te detengas, mi orgasmo te venera, por toda la espalda, entre mis muslos, desgarrando mi cadera, confundiendo piernas y cerrando mi garganta hasta que tu alma entera me posea. Tu humedad es sincera, el abrazo perfecto, la sensación etérea y el roce suave de tu clítoris, la seducción, que mi vida desea.
                Enséñame de ternuras, de caricias y miradas profundas para que el después no sea aciago ni tenga ninguna duda. Enséñame como cruzar tanta dulzura por entre tus brazos, a probar tus besos cuando salga ese niño acobardado, a nadar en sueños cuando el rocío nos pegue empapados y también a saber que vivo completo, cuando en ti, escribo mis orgasmos. Enséñame, porque hoy me hiciste sentir hombre, divino y también, el mejor de los humanos.







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