Coincidimos en ese punto donde el silencio rompe sus hilos, donde la
vida asfixia sueños y donde las calles caminan sombras. El destino puso a
prueba nuestras almas, cuando ya habíamos vencido la ilusión, cuando el deseo
solo buscaba una razón para ser y cuando la pasión solo era una simple y añeja
leyenda.
Decidí
vivirte, cuando tú, solo me soñabas. Abrigué en mis brazos el amor más grande,
mientras tú, solo esperabas el silbido de un extraño viento que jamás llegó. En
ti liberé un sentimiento, ese sentimiento que abre poros, que siembra temblores,
que vibra al sentirlo, que sonríe cuando se humedecen los labios, que truena
cuando las miradas se atraviesan…Ese sentimiento que convierte un gran orgasmo
en una pequeña y tierna lágrima de pasión.
Por ti,
llené de libertad mi poesía, dejé que los versos volaran entre cielos, que las
estrellas los llenaran con sus rimas y que el mar los reflejara por siempre en
su espejo. Por ti, prendí fuego al lastre de mi vida, las amistades se convirtieron
en conocidas vivencias y los conocidos en puras referencias de viejas memorias.
Por ti dejé todo…Por ti se arrugó mi piel y envejeció mi corazón, menguaron las
pestañas de mis noches y en los amaneceres solo sentía la sutil indiferencia,
estrechar mi alma.
Perseveré
en el noble arte del enaltecimiento, adorné dudas con explicaciones que jamás
me diste, día con día sembré una semilla de esperanza en la ilusión y cuando ya
mis lágrimas no la veían germinar, me recitaba un cuento…Un cuento de príncipes
y princesas, de dragones y calabozos, de odiseas y sueños, pero siempre con un
final feliz, como debería ser el cuento de mi vida.
Te creí
eterna y solo fuiste un pasaje. Te sentí parte de mí y solo llenaste el
apéndice de una corta historia. Te conocí, te aprendí, poquito te gocé,
despacito te respiré, rápido te exhalé y cuando ni tu sombra noté, entendí, que solo fuiste una coincidencia en mi vida.
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