Se vistió el Sol de luz y reflejos,
descansó la luna y el filo del horizonte se despegó del mar. Tan intenso amor
pone en vigilia mis ojos y en ellos miro la dulce placidez de tu sueño. Tu piel
suaviza mis labios, tu silencio dormido escribe ternura, tus cabellos enredan
mis dedos y en la entreabierta boca de
la pasión, respiro tu aliento.
Todavía
el puño arruga las sábanas del último gemido, vive la sensualidad y despacito
amanece el deseo. Poco a poco contorsionas tu cuerpo y tu espalda pinta
elegancia en mi pecho, poco a poco el suspiro se llena de inquietud, mis manos
cubren la suave erección de tus pezones
y nuestros pies entrelazan imaginación. El instinto deshace sedas, nace
el escalofrío y surge el temblor, goza el infierno en la marmita de nuestro
lecho, el vaho cubre intimidad, tus caricias exigen vigor y en la sublime
excitación muere la razón.
Bailan
las emociones por doquier, penetran los acordes en tu cuerpo y en el pentagrama
de tanta pasión compones música, lujuria
y pecado. Se pervierte el tiempo, no hay espacio, el latido es uno y fuerte,
dibuja magia el éxtasis y tu lágrima explica mi sonrisa. Tu hermosura embelesa
el momento, tanta seducción invade mis sentidos, se muestra el atrevido
erotismo, se pervierten los sudores y escapan los olores entre la furia de
nuestros poros. Se hace real la imaginación, la emoción es locura y el verso
huye de la terrenal poesía. Es momento de ángeles y lluvia de estrellas, es
instante de trueno y espuma de mar… Es vida y clímax de amor eterno, es la
tinta del cielo derramada sobre carne, es la tilde del viento perforando
corazón y el sueño del Creador,
acariciando el alma.
Estás
segura, estás en mis brazos. Amanecerás otra vez y te esperaré con una taza de
café, ese café que sabe a ti y a mí, ese café que huele a tierra caliente en
sus granos, ese café que explica, tu amanecer en mis brazos.
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