Me viste
llegar y cerraste tus ojos, clausuraste la puerta de los sentimientos y
blindaste las ventanas de tu corazón. Hundiste las manos entre las plumas de tu
almohada, zafaste con tus pies de rabia los hilos de las sábanas y cuando
decidiste que tenías la necesidad de amar…Yo ya no estaba. En tu osadía, jugaste con el tiempo y aprendiste que
algunos no esperamos, en la pasión por tu orgullo, robaste ilusiones y viste
como el espejo de la vanidad, desvanecía tus sueños.
Escribiste
tu añoranza, abrazaste paredes de soledad y cuando en tu agonía esperabas mi
regreso, te diste cuenta que toqué otra puerta y que en ella se abrieron las
ventanas de otro corazón. En nuestro fuego no quedaron brasas, pues fueron
tantas las lágrimas de mi deseo que apagaron hasta la última chispa de esas
viejas maderas.
Y ahora
pides a gritos un perdón que solo estalla en los vacíos del profundo eco,
arrodillas tus súplicas pero las palabras solo llenan tu boca con las
minúsculas de falsas promesas, llamas al teléfono de mi recuerdo y escuchas que
este corazón ya está ocupado.
Te
perdiste entre los miedos de tus infiernos, te perdiste en la enredadera del
orgullo y la mentira, jugaste sucio con los sentimientos, sembraste tu egolatría y recogiste
inseguridad. Con tu exquisita falsedad creaste una superficial bola de nieve,
pero la vida convirtió tus engaños en un gran alud de piedras y rocas…Y te
alcanzó.
Mujer
sepultada entre los escombros del profundo silencio, enterrada donde ni el
viento se atreve a rozar el espacio, muerta entre los vivos de la esperanza…Olvidada
entre los miedos de tus infiernos.
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