Sembraste puños
de esperanza en sus vidas, machacaste
tus nudillos desde el amanecer hasta que el ocaso rendía tus fuerzas y en tu
gran don de madre, nunca permitiste que una pesadilla se entrometiera en sus
sueños.
Juzgado desde
el trono de la intolerancia social, herido por los puñales de la infidelidad,
señalado una y otra vez por los dedos del “qué dirán” y cuestionado por tus
capacidades en el laberinto de la ignorancia política.
Nunca bajaste
los brazos del cariño, jamás estacionaste tiempo ante la duda, siempre pisaste
con firmeza el destino para que tus huellas fueran la luz de sus caminos. Recorriste
mundos diferentes, buscaste oportunidades distintas, rasguñaste con profunda fe
los desalientos de la vida y con tu poder de padre…Inventaste ternuras donde
solo había dolor.
Tu enseñanza
permeó por siempre en la madurez de sus inteligencias, escribiste la palabra
libertad en sus almas y les dio capacidad e independencia, recogiste tiempo de
donde no había y llenaste de calidad la espera de sus silencios. Desde la
tierra de tus principios, amarraste sus raíces…Desde tus caricias, llenaste de
sonrisas sus corazones.
A ti que fuiste
padre…Y también madre… A ti que cada vez que abres tus ojos, los ves crecer en
la distancia…A ti que aún cuando no vean las lágrimas de tus recuerdos, siempre
sabrán que sus vidas no caben en el olvido…A ti que llenaste manos de
generosidad y ahora los abrazas en su libertad…A ti que te dieron ese gran
regalo de vida, pues fuiste padre…Y también madre.
Para ti mi reconocimiento porque quizás...Nadie te lo dará.
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