Saliste
de la chistera, de esa chistera que solo el Mago puede crear. Hermosa, bella, tierna, suave y rebosando
exquisitez. Parida humana, naciste en el “invitro” del Mago.
Luz y poder, magia y amor, alma y piel…Perfecta ternura.
Soñé
despierto tu creación y vi como el gran Mago, sacaba los dedos de su mano
izquierda del corazón y los dedos de su mano derecha del alma. Y vi como su
mano izquierda se llenaba de los ríos del mundo, de las selvas del universo, de
los cometas de mil galaxias y formó tu corazón. Y vi como su mano derecha
arrancaba pedazos de espejo de mar, trocitos de manto de cien lunas, el fuego
de quinientos soles y formó tu alma. Era el séptimo día y descansó.
Amaneció
y el Mago se puso a trabajar. Puso en su boca lodos y fangos de todos los
colores, les dio forma con las dunas de cien desiertos, espolvoreó arenas de
cien playas. Pensó, suspiró y escuchó el gemido del rayo. Se ruborizaron sus
mejillas, sintió un espasmo, lloraron los volcanes su lava, llenó sus labios de
ternura y en su beso nació tu cuerpo. Era perfecto…Anocheció, le pidió a su
Luna preferida un abrigo y durmió.
Lo
despertaron las alas de los arcángeles y recordó que le faltaban ciertos
detalles a su magia. Buscó abisales fosas, profundos verdes y azules, miel en
superiores abejas y diferentes tintas en los más hermosos cafetales. Creó tus
ojos. Buscó verdes valles y frondosos ríos, respiró en mil óleos de viejos
pintores y en cien libros de soñadores. Creo tus labios. Buscó preciosas
piedras, fundió brillantes y esmeraldas, le robó diamantes a las montañas y
destellos a las estrellas y sembró en tus senos dos preciosos pezones. Buscó
antimateria y vida, viajó en negros agujeros y vivió de nuevo sus paraísos…Suspiró
y creó tu ombligo…Gimió y creó un eterno edén en tu cuerpo.
Anocheció
otra vez. Y vió una pequeña Luna respirar sus primeros latidos, la arrancó del
cielo y la pegó a tu alma. En ella escribió poesía y solo cuando sientas la leerás, porque en
ella está la perfección de los sentimientos. Amaneció y vió un pequeño Sol
capaz de dar calor a cien galaxias, lo arrancó de su cielo y lo tatuó en tu corazón
para que jamás muriera de amor. Vió una chistera en mi mano derecha y dijo
“Abracadabra” y apareciste tú en mi vida.
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