Huelo
el viento que llega de ti, siento tu hormona cuando acaricia el árbol de mi
jardín, escucho la música de tu piel cuando el rocío crece y cuando cierro mis
ojos, veo como tu mirada pervierte mi sexualidad. De ti, hago un recuerdo y te
escribo, en mi hago un pecado y te amo… Revientan las arterias del placer,
juegan los instintos a nunca morir, se pervierte la noche y las paredes
desdoblan ceras. Explota la virilidad en el pensamiento y mi Luna se aparta de
las nubes y emerge sublime. Toca el mar su música, calla el trueno y el cielo
funde el relámpago en mi soledad. El
silencio es mi testigo, se arrugan las sábanas en mi puño izquierdo, la boca se
entreabre y los dientes acarician lengua.
Quizás el
amanecer me sorprenda solo y húmedo, quizás tu rocío ya no esté, quizás tu
viento ya entró en calma. Tomaré mi café y hablaré con las chorreadas ceras de
mi pared, invitaré al pájaro a comer de mi mano y regaré mi jardín. Escribiré locura, me perderé en tu dulce
vagina y describiré al inverosímil orgasmo. Escribiré ternura y quizás llore
mis tintas, arrugaré otra vez mis sábanas y le explicaré un cuento a mi
almohada, ese cuento insoportable que sienten mis manos por no tocarte, mis
dedos por no correr en tu piel, mis pestañas por no poder cerrar tus ojos, mi
boca por no respirar en tu ombligo y mis piernas por no entrelazarse en las
tuyas.
Deseos,
pecados, cuentos y otras sublimes idioteces. Sufro porque te siento y no estás,
mojo mi oxígeno sin oler tu aliento, escucho música y no te puedo bailar. Veo
mis manos, se encogen las líneas de vida y crecen los callos. En ellas está
escrito tu vacío y en él, mi añoranza por ti. Ven y deja que te sienta como
debe ser, como hombre y mujer. Ven, porque en ti escribo pasión, desato
lujuria, desenfreno instintos y peco deseos…Ven, porque ya me siento dentro de ti, muy dentro de ti.
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