Te
conocí y descubrí un sentimiento. Era chiquito, hermoso, brillante y frágil. Lo
atrapé, lo guardé en mi alma, se hizo grande y atravesó mi corazón. Me sometí a
cirugía, se asustaron los doctores, las enfermeras bailaron, me durmió mi Luna
y cuando desperté…Tenía un marcapasos, una pequeña máquina que guiaría mi
destino hacia ti.
Le
expliqué a la vida que quizás sin ti, no la merecía. Le expliqué a la muerte la
nostalgia del tiempo sin tus brazos y les recité a mis labios tu recuerdo, para
que dejaran de agrietarse. Permití que mis ojos lloraran y en cada lágrima
escribí un deseo, ese deseo mágico que solo el amor puede sembrar. Dormí la
pasión, la puse en un vaso con agua y dejé que durmiera en mi mesita de noche.
Le
expliqué al instinto esa extraña sensación de querer y no tener, de desear y no
poder tocar, de guardar calor, de exprimir emociones, de abrigar vacíos y de eyacular
distancias. Le expliqué a la justicia el pobre nivel de su balanza, a mis brazos
su perdida fuerza y a mis piernas sus falsos temblores. Le expliqué al infinito
que te quiero, a la eternidad que te amo, a la oscuridad que en ella te siento
y a mi Luna que te extraño.
Le
expliqué al cielo que de nada me sirve su azul, si en su color no te desnudas.
Le expliqué a las estrellas que de nada me sirven sus destellos si en cada uno
de ellos, no están tus lindos ojos. Le expliqué a la música que sus acordes son
tristes si su melodía no nace en tu piel. Le expliqué a la Tierra que deje de
crecer sus flores porque no quiero rosas llenas de pétalos que no huelan a ti.
Le expliqué a mi sentimiento que no está solo, que algún día lo abrazarás y en
él vivirás.
Ese
sentimiento es legítimo, fuerte y real. Ese sentimiento es pasión y ansiedad.
Ese sentimiento es valor y verdad. Ese sentimiento…Eres tú.
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