Te
esperé una vida y ahora siento que estás cerca. En cada una de mis noches le di
imaginación a un pedazo de este gran sueño, iluminé el encuentro de nuestras
miradas y llené de púrpuras gotas mis labios para nuestro primer beso. Hice un
pacto con mi Luna: Por cada una de tus distantes caricias, le regalaría un
verso y ella le pondría la rima que combinara con tu fragancia, por cada uno de
tus distantes abrazos, le regalaría un anhelo y ella lo convertiría en ilusión,
por cada una de tus distantes palabras de amor, le regalaría un libro y a
cambio, ella escribiría mi destino, junto a ti.
Te
esperé en la distancia, pero nuestros caminos no lo eran tanto. Fue nuestro
orgullo quien la duplicó, nuestra inseguridad quien la alargó y nuestra
comodidad quien la eternizó. Qué fácil fue hablar en escritos, mirarnos en
fotos, decir que nos respirábamos cuando en realidad eran aires
distintos…Fingir un “supuesto amor”, cuando solo las instintivas humedades,
vivían en nuestro corazón.
Y ahora desharé el pacto que hice
con mi Luna: Me regresará mis versos y yo sus rimas pegadas a una fragancia que
jamás olí, le regresaré las ilusiones que pintó con mis anhelos y me regresará
todos mis libros, pues ya no tendrá el trabajo de escribir un destino en el que
tú estés. Hecho esto, renovaré el pacto, pero conmigo mismo: Si la distancia me enamora, ataré mis
instintos a una barra de hielo, si la ilusión quema el hielo, leeré por enésima
vez “Don Quijote de la Mancha” y me distraeré con sus molinos de viento, reiré con
Sancho y besaré a Dulcinea. Si Don Quijote me duerme, Sancho se pone serio y
Dulcinea me desprecia, entonces sabré que lo que siento es Amor de verdad y me
vestiré, llamaré un taxi, iré al aeropuerto y cogeré el primer avión que me
lleve a su lado. Sin más.
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